lunes, 21 de noviembre de 2011

Te Extraño, Te Olvido, Te Amo.


Abatido me encontraba sentado en el sofá de la sala. Estaba tratando de tomar una siesta antes de volver a lo que es mi vida, tan monótona desde que ella se fue. Cierro los ojos y la imagen de mi amada penetrada en mi memoria se presenta nuevamente como si fuera un déjà vu. Su rostro tan perfecto, de ojos esmeraldas, pecas detalladas y una sonrisa iluminada fue lo que vi la primera vez que la conocí; sin duda alguna fue amor a primera vista.
El teléfono suena y me hace despertar de la ilusión, del único recuerdo que tengo de mi adorada Esperanza.
El timbre del teléfono deja de sonar dejando así un mensaje más al buzón, un mensaje que no deseo escuchar, ya que se que de mi Esperanza no será.
Decidí levantarme, ya que iba ser nuevamente un intento fallido el dormir estando tú en mis pensamientos. Me miré en el espejo y me di cuenta lo mal que me veía.
Una barba con más de 3 meses sin afeitar, un cabello deforme sin cortar, unas ojeras tan grandes como las del búho, la hinchazón de mis ojos por las concurrentes lágrimas, y por supuesto, el rostro inexpresivo por el vacío desgarrador en el que se encuentra mi alma.
Me acurruqué en una esquina, al recordar nuevamente su ausencia, la ausencia de mi amor eterno, para retornar a un llanto que no encuentra su final.
¿Qué los hombres no lloran? Eso ha dejado de ser parte de mi ego masculino.
Si ella supiera cuantas noches la he llorado, cuantas veces he mirado en la ventana esperando su regreso; si ella supiera cuanto la estoy amando…
Esperanza ¿dónde estás? ¿Por qué tardas tanto en regresar? No demores más que sino moriré en la agonía de tanta soledad.
Entre sollozos y recuerdos, me duermo encorvado en esa esquina, esperando no volver a despertar.
-Emilio despierta- Escuche una voz decir, mientras que yo esperaba que tan solo fuera un sueño.
-Emilio despierta por favor- Su voz me parecía familiar, era una voz cálida y dulce eran tan parecida como la de mi doncella Esperanza, pero no podía ser ella… ¿o sí?
Lentamente fui abriendo mis ojos y no podía creer lo que estaba viendo... Esperanza había regresado, ¡por fin lo había hecho! 
Dios escuchó mis plegarias-pensé, pero ese pensamiento se desvaneció tan rápido que la idea la tuve que obviar.
-¿Esperanza…eres tú?- dije tan bajo que solo podría escuchar mi voz interna.
-¡Emilio, haz despertado que alegría!-.
- ¡Esperanza, mi amada! – me levanté de una alzada y la abracé tan fuerte para que no se escapara nuevamente de mis manos.
-Yo…no soy quien tú crees-.
Cerré los ojos y conté hasta diez. Fue entonces que me di cuenta que no era ella…
-Lo siento Emilio, no era mi intención…-.
-Todo está bien Amalia, solo fue un error- Otro gravísimo error- pensé.
Era Amalia, mi amiga de toda la vida, mi confidente…la única amiga que me ha quedado durante tantos años de melancolía. Ella es una hermana para mí, crecimos juntos ya que éramos vecinos, pero ella se mudo a los pocos días en que se fue Esperanza de mi vida.
-Estas muy mal Emilio, ¿te has mirado a un espejo estos últimos meses? Estas peor que nunca-
-Lo sé Amalia… ¡lo sé!-
-No puedes seguir así mi viejo forastero, tienes que continuar con tu vida-
-¿Tú también me darás la misma charla de todos?-
-Sabes que no quiero decirlo de ese modo-
-Pero lo estás haciendo Amalia, no quiero continuar con mi vida, ya lo he decidido, tan solo déjame en paz, déjame vivir en la oscuridad, déjame alumbrar lo poco que me queda de ilusión, déjame seguir con esto que es lo único que me deja vivir.
No me pude controlar, y empecé a llorar nuevamente. Sentí ardor y mucho dolor…mis ojos ya no aguantaban una lágrima más.
Amalia no dijo nada, tan solo me tomó de la mano y me dejó llorar.
Esperanza regresa a mí, te extraño, te olvido…te amo.

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