domingo, 19 de abril de 2009

Alemania 2009


St. Goarshausen, Alemania, Martes, 10 de Febrero de 2009


“Recuerdo su nombre cada vez que veo en la ventana con una esperanza, con una ilusión…”


La nieve blanca se hace notar por estas fechas y los ríos van recorriendo tranquilamente despertando en mí una fuerte desesperación de amor y pasión.

En el autobús todo se encuentra callado, todos duermen; mientras que yo rompo en pequeños llantos al escuchar nuestra canción.

Cierro los ojos tratando de relajar mi dolor y olvidar esta intranquila soledad en la que me encuentro.

La oscuridad se avecina y empiezo a soñar, recordar y olvidar.

Sueños inoportunos pasan por mi mente porque son los recuerdos que deseo tanto olvidar.

Abrí los ojos y empecé a respirar bruscamente, y fue así que comprendí que todo había terminado.

Y empecé a ver en mi imaginación una escena romántica en donde nos encontrábamos él y yo; encontrando y descubriendo nuestro amor en aquel puente que por debajo recorría el río Rin.

Nos abrazamos mientras que la nieve caía y el frío no importaba. Nuestros cuerpos unidos producían un calor ardiente que nos demostraba que éramos un solo complemento.

Luego nos sentamos en una banca viendo un paisaje del rió en donde había un bello castillo al frente recordando la pequeña historia de la sirena Lorelei en su piedra.

Me arrecosté en su cálido pecho mientras que nos tomábamos de las manos y apoyaba su rostro en mi cabello.

La brisa era brusca por lo que salió de ella una rosa roja. Mi nombre le pusiste y la colocaste delicadamente en mi pecho, cerca del corazón.

Nos miramos el uno al otro como si fuera la última vez que estuviéramos juntos y con cobardía le dije:


“Sé mi amigo por primera vez en tu vida. Abrázame y no me sueltes nunca.”

Una sonrisa salió de tus labios. Esa sonrisa que no me deja resistirme. Él deslumbraba incluso ante la nieve que cubría el paisaje.

Me tomaste por la cintura y yo tome tu cuello y me susurraste al oído:

“Sé mi amante y bésame hasta borrar nuestros labios.”

Me sonrojé ante eso y mi frente él beso haciéndome más vulnerable a su piel de seda color miel.

Seguíamos pegados y le tomé una mano entrelazando sus dedos con los míos y le dije inocentemente:


“Acaríciame y se mío para si no perderte.”

Una lágrima salió de mis ojos y él cambió repentinamente su rostro de niño feliz a joven preocupado.

Tomó mi mentón de mi cabeza agachada, me limpió una lágrima con la yema de sus dedos terminando esta escena con estas palabras:

“No llores mi niña y no mires hacia atrás, mira el presente y ten en cuenta que jamás me perdiste y que nunca me voy a ir de tus manos. Siempre estaré contigo hasta ya no respirar.”

El beso acostumbrado llegó y desperté de mi imaginación.

El llanto tuve que ocultar con una terrible amargura para no terminar lanzándome hacia el río pensando que así volverás a mi.

2 comentarios:

Sherly dijo...

Ninnaa(:
Quee hermosoo!
Mee encaantoo dee verdaad(:
Graciaas porr dejarmee ver tuu blog!

Rousita dijo...

uuuuuuuuuuuuuuuyyyy que apasionado